«Ojalá se muera. Todo sería muchísimo más fácil si él se muriera de repente». Fue lo que me dijo ayer una de mis clientas, mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
Automáticamente me trasladé a aquella tarde de julio de 2018, sentada en una terraza de un bar de Barcelona, junto a Natalia, una de mis mejores amigas.
Entonces era ella la que me escuchaba decir eso a mí. Sí, yo también deseé que él desapareciera para siempre, así que no me extrañó escuchar esa frase en boca de esa mujer, desesperada por encontrar la luz al final del túnel.
En mi defensa diré que cuando me descubría a mí misma fantaseando con su muerte, enseguida rectificaba y pasaba a desearle que se enamorara locamente de una venezolana con un cuerpo y una piel de infarto y una voz tan dulce como la miel. Se llamaría Daniela y le convencería con sus artes de seducción para irse a vivir a su mansión en Isla Margarita. Era un plan sin fugas. Yo comenzaría una nueva e idílica vida aquí, con mis dos hijas, y ellas podrían pasar en el Caribe todos los veranos de su vida, junto a su padre y Daniela, que les tratarían con muchísimo amor y les servirían juguitos de piña colada a la orilla del mar. Aún recuerdo a Daniela. Dediqué muchas horas a crear en mi mente a esa mujer perfecta que me iba a salvar de la dificilísima etapa que tenía por delante.
Pero no. Daniela nunca apareció y me tocó lidiar a mí solita con todos y cada uno de los miedos a los que te enfrentas cuando tomas la complicadísima decisión de divorciarte.
Ahora lo pienso y, mirándolo con perspectiva, doy gracias a la vida de que no apareciera Daniela. A día de hoy sería yo la que moriría si el padre de las criaturas no estuviera disponible para ellas el 50% de su tiempo.
Por eso me parece un regalo de la vida poder dedicarme a acompañar a todas esas personas que hoy no son capaces de ver la salida. Me emociona profundamente convertirme en el faro que alumbra su oscuridad y ayudarles con mis preguntas a cambiar el enfoque de la situación para lograr vivir esta etapa con mucho menos drama y mucho más optimismo.
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